Busque en el mapa el país más feliz del mundo era calido, de sinuosos montes, con gente de abiertos brazos dibujante de abrazos, calles teñidas de esmeralda frondosas y tulipanes danzarines .
Busque en el mapa el pueblo más feliz de mundo, habían diminutas casitas regadas por un páramo cuajado de risas traviesas e infantiles, senderos interminables que desbocaban en el mar, donde coloridas embarcaciones se dirigen hacia el horizonte y en ellas los pescadores buscaban sueños entre sus redes, sueños marineros como los tuyos como los míos.
Busque en el mapa la persona más feliz del mundo y tan solo encontré más ideales de irrealidad palpitante sobre tinta muerta, polvo añejo de revoluciones ya perdidas sobre el diván de un viejo guerrillero que duerme con olor a coñac y entre sus delirios nocturnos se pregunta dónde quedo el mapa que tanto añoró, más que el tesoro, su ruta, el país, el pueblo el hombre que aun hoy sigue divagando en esa madeja que se vuelto la realidad de nuestro tiempo.
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